Síndrome de estocolmo - Siegfried Rhein Sigfrid

Siegfried Rhein

Dec 1 2025

Síndrome de estocolmo

El Síndrome de Estocolmo es uno de los fenómenos psicológicos más intrigantes y, a menudo, malinterpretados. Se refiere a una reacción emocional en la que una persona secuestrada o víctima de abuso desarrolla un vínculo afectivo con su captor o agresor, llegando incluso a justificar sus acciones o negarse a escapar o denunciar. Aunque pueda parecer incomprensible, esta reacción tiene raíces en los mecanismos de defensa y supervivencia del cerebro humano frente a situaciones extremas de estrés y peligro; Se ha documentado en situaciones extremas de secuestro, violencia de pareja o abuso prolongado. Pero ¿por qué alguien llegaría a identificarse o incluso a defender a quien lo somete?

Un origen inesperado: el asalto que dio nombre al síndrome

El término nació en 1973 tras un famoso asalto a un banco en Estocolmo Suecia. Durante seis días cuatro empleados del banco fueron retenidos como rehenes por dos hombres armados, lo sorprendente ocurrió después de ser liberados los rehenes, debido a que se negaron a testificar contra sus secuestradores e incluso recaudaron fondos para su defensa legal; El criminólogo Nils Bejerot quien colaboró con la policía en el caso, describió esta reacción como una forma de identificación emocional con el agresor acuñando el término “Síndrome de Estocolmo”.

¿Cómo se explica este vínculo? El papel de la psicología del trauma

El Síndrome de Estocolmo no es una enfermedad ni un trastorno mental en sí, sino una respuesta emocional compleja que puede surgir en contextos de extrema amenaza y dependencia, considerando a este síndrome como una respuesta de supervivencia. Según expertos en psicología del trauma, el síndrome representa una estrategia inconsciente de adaptación, donde la víctima intenta generar un vínculo afectivo con el agresor como forma de aumentar sus posibilidades de sobrevivir. Es decir, cuando el cerebro se siente sumamente amenazado, activa mecanismos que pueden explicarse desde el punto de vista evolutivo y neuropsicológico, liberando sustancias como cortisol, adrenalina y, en ciertos casos, oxitocina, una hormona que facilita el apego. Si el agresor muestra actos mínimos de “amabilidad” como no agredir físicamente o proporcionar alimento, la víctima puede interpretar esos gestos como señales de cuidado, lo que refuerza el vínculo emocional, incluso de manera distorsionada.

¿Sólo ocurre en secuestros?

Aunque el caso original involucraba un secuestro, hoy se reconoce que este patrón puede aparecer en diversas formas de relaciones abusivas. Se ha documentado en contextos de:

  • Violencia de pareja o doméstica prolongada
  • Trata de personas
  • Abuso infantil o institucional
  • Sectas o grupos coercitivos

En estos casos, la víctima puede justificar el comportamiento del agresor, minimizar el daño sufrido o sentir culpa al pensar en abandonarlo. Este patrón de comportamiento puede dificultar que la persona busque ayuda o incluso reconozca que está siendo víctima de abuso.

¿Es un diagnóstico oficial?

El Síndrome de Estocolmo no aparece como un diagnóstico oficial en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), ni en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) de la OMS. Sin embargo, muchos especialistas lo consideran una manifestación posible dentro de trastornos relacionados con el trauma, como el Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) o los trastornos disociativos. La falta de criterios clínicos claros ha llevado a cierto debate en la comunidad científica, pero su existencia como fenómeno clínico ha sido observada en numerosos casos documentados.

Una mirada más compasiva

Es importante evitar juzgar o ridiculizar a quienes experimentan esta respuesta; Desde fuera, puede parecer irracional, pero desde dentro es un mecanismo profundamente humano que busca seguridad. Además, la relación entre víctima y agresor suele estar marcada por desequilibrios de poder, manipulación emocional y aislamiento, lo que dificulta el juicio objetivo de la situación. La validación, el acompañamiento terapéutico y la intervención especializada son clave para que las personas puedan romper con este vínculo traumático y reconstruir su autonomía emocional.

REFLEXIÓN FINAL

El Síndrome de Estocolmo es un recordatorio de la complejidad del comportamiento humano frente al trauma y la amenaza. No se trata de sumisión voluntaria ni de debilidad, sino de una respuesta adaptativa frente a un entorno hostil e incontrolable. Comprender este fenómeno con empatía y respaldo científico es esencial para apoyar a quienes han vivido experiencias traumáticas y romper con los mitos que estigmatizan a las víctimas.

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  • Trauma
  • Vínculo emocional
  • Supervivencia
  • Apego
  • Violencia psicológica
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