Los escudos de las bacterias

¿Qué pasaría si te dijera que probablemente en un futuro tengamos que combatir contra unos seres prácticamente inmortales los cuales tendrán el poder de extinguir a toda humanidad de la faz de la tierra?, y aunque los humanos nos defendamos con armas fuertes y poderosas, estas serán inútiles, ya que los seres supremos serán resistentes a todos nuestros ataques…

¡Alto ahí! No olvides que es una situación hipotética… bueno algo así, ya que no es por alarmarte, pero lamentablemente esta “situación” será posible en unos años si no le damos la importancia suficiente a la resistencia bacteriana que está saliendo a flote debido al mal manejo de los antibióticos y nuestra irresponsabilidad como pacientes debido a la automedicación sin acudir con un profesional de la salud, por ende, estos factores de riesgo se deberán de corregir para evitar un “trágico final”.

Obviamente estos factores y conductas de riesgo no son las únicas por las cuales las bacterias se han vuelto más resistentes, esto es a causa de sus propios mecanismos de defensa que con el tiempo han ido desarrollando y evolucionando para la supervivencia del más fuerte. Uno de estos mecanismos de defensa importante es el BIOFILM, una capa protectora que cubre a una colonia de bacterias con el objetivo de que no sean destruidas mientras realizan su capacidad de autorreproducirse en superficies biológicas como el tracto respiratorio; la principal función de esta capa será protegerse del sistema de defensa del huésped y de los antibióticos que el médico pueda prescribir.

La estructura y conformación del biofilm es bastante compleja ya que les permite a los distintos microorganismos que forman esta “envoltura protectora” sobrevivir a condiciones complicadas para ellas, incrementando la gravedad y duración de las infecciones bacterianas.

Lamentablemente este “escudo bacteriano” no es el único mecanismo conocido que han desarrollado las bacterias para defenderse, pero sí uno de los más comunes y relevantes de la mayoría de las principales bacterias que nos causan infecciones respiratorias.

Por último, es indispensable hacer conciencia sobre nuestros hábitos poco responsables al momento de automedicarnos o hacerle caso “a la comadre o al primo de un amigo” en cuanto a los medicamentos que ocupamos, sin tener el cuidado de acudir al médico para que nos proporcione un tratamiento individualizado y específico sea cual sea el caso necesario.