Angina de pecho: la amenaza del infarto - Siegfried Rhein Sigfrid

Siegfried Rhein

Feb 1 2020

Angina de pecho: la amenaza del infarto

En la naturaleza las estrategias defensivas son indispensables para que algunos animales puedan sobrevivir. Facilidades para ocultarse, escapar o engañar a los depredadores son tan solo, algunas de las medidas que algunas especies utilizan con este fin. Sin embargo, ciertos animales con defensas poderosas advierten de diversas formas a sus potenciales agresores, dándoles a entender que cualquier intrusión, provocará una respuesta agresiva. Uno de los casos más ilustrativos de este fenómeno es el de la serpiente de cascabel, que hace resonar la punta de su cola en señal de advertencia, aunque también tenemos ejemplos mucho más cercanos con los animales domésticos, como los perros cuando gruñen y muestran sus colmillos. Sea cual sea el caso, el ataque de un animal será inminente si ignoramos su advertencia. De la misma manera, existen enfermedades que emiten señales claras de que la situación se está complicando y que si no se aborda debidamente se presentará una complicación de alta severidad. Este es el caso de la angina de pecho, la cual, siguiendo esta analogía, se trata de la señal de advertencia del infarto.

Al igual que todos nuestros órganos, el corazón también necesita del oxígeno y nutrientes presentes en la sangre para poder llevar a cabo su importantísima función. Para esto, el corazón cuenta con una red de vasos sanguíneos conocidos como arterias coronarias, las cuales componen el sistema de “tuberías” que lo abastecen de sangre cargada de nutrientes y energía. Sin embargo, estas arterias son susceptibles a bloquearse por acúmulos de colesterol, sobre todo si llevamos un estilo de vida poco saludable. En la angina de pecho lo que encontramos es precisamente una placa de colesterol que obstruye parcialmente alguno de estos conductos, lo que compromete el flujo de sangre al músculo cardíaco. Dependiendo del tamaño de la placa de colesterol, el músculo cardíaco puede verse desabastecido de sus recursos en mayor o menor grado. Por ejemplo, en el caso de una placa pequeña, es probable que el corazón presente problemas sólo en casos donde se le exija una mayor carga de trabajo, como durante el ejercicio, pues es en estas situaciones cuando requiere de mayores cantidades del oxígeno y energía presentes en la sangre. En cambio, cuando las placas son de mayor tamaño, la angina de pecho puede presentarse incluso durante el reposo.

Los síntomas de la angina de pecho son consecuencia del sufrimiento del músculo cardíaco ante una falta de oxígeno y, al igual que la amenaza de un animal, suelen ser bastante claros. Se caracteriza por un dolor opresivo e intenso en el pecho que se instala de forma abrupta, asociado normalmente a falta de aire y sudoración profusa. También es común que el dolor se irradie hacia el brazo izquierdo o el cuello y aunque no siempre es el caso, el cuadro suele detonarse durante la actividad física. Normalmente el episodio tiene una duración de minutos y tiende a mejorar con el reposo, sin embargo, en los casos más graves los síntomas son más persistentes y responden menos a las medidas para controlarlos.

Si bien es cierto que existen una serie de factores de riesgo previos que sientan las bases de este problema, como la obesidad, la hipertensión arterial o el colesterol elevado, y que el control de estos elementos representa la medida preventiva más costo eficiente para evitar el desarrollo de angina de pecho, éstos tienden a ser subestimados debido a la falta de síntomas. Es hasta que se presenta una amenaza evidente de un infarto, como lo es la angina de pecho, que las personas dimensionan la magnitud de su condición. Ante un episodio de angina de pecho es de vital importancia recibir atención médica de urgencia. Para la resolución del cuadro normalmente se administran fármacos que dilatan las arterias además de medidas de soporte básico. Una vez resuelto el episodio agudo, se debe iniciar tratamiento farmacológico para disminuir los niveles de colesterol y para prevenir el desarrollo de nuevos eventos en el futuro. Además de esto, es necesario hacer un ajuste en el estilo de vida en cuanto a la dieta y la actividad física, priorizando una alimentación basada en frutas y verduras, de la mano con la práctica de ejercicio de manera regular. Esta sería la manera en la que, metafóricamente, detectamos la señal de advertencia y, en lugar de ignorarla y continuar hacia un ataque, nos alejamos y evitamos el peligro.

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